Por Andy Anderson

El Real Estate es una actividad de búsqueda constante: los desarrolladores buscan el mejor terreno, aquel que mejor interprete su idea, o la mejor locación, para luego buscar el proyecto que potencie al máximo esa ubicación. Buscan el mejor estudio de arquitectura para que, a su vez, busquen la mejor solución al terreno. Los futuros propietarios hacen otro tanto: buscan la “casa de sus sueños”, el lugar que los haga sentir a gusto. Los inmobiliarios buscan clientes con demandas insatisfechas, buscando, además, la mejor manera de acercar, siempre, soluciones innovadoras.

Para Richard Branson, el excéntrico multimillonario fundador de Virgin, el Motor de Búsqueda de Google es uno de los descubrimientos más importantes del siglo. Con sólo ingresar el nombre de un amigo, un tipo de servicio, una marca, o simplemente una pregunta, el sistema “predictivo” de Google arroja los resultados que estamos buscando desde su órbita online.

En el plano de la comunicación, la búsqueda se reduce a una sola variable: la originalidad. Esencia de toda marca exitosa, la originalidad es aquello que no tiene precedente, que “marca” un estilo determinado, precisamente por su condición de original.

Si pensamos en términos de una estrategia de comunicación efectiva, consistente, el concepto rector debe ser siempre la originalidad. Un concepto que es transversal, no un hecho aislado, perdido en medio de una batería de canales y piezas de comunicación. Cuando un concepto es original, es un factor determinante en la percepción del público: se destaca, sobresale, capta la atención. Gana.

Un nombre original, una propuesta original, un logotipo original, un sitio web, o un perfil de redes sociales que sorprenda, significa estar un paso adelante. Siempre.

Un reconocido desarrollador inmobiliario me comentaba hace unos días que hay estilos que se pueden imitar, que está “todo descubierto”, y que no hay que “encontrar el agujero al mate”. Precisamente en estas apreciaciones radica el verdadero desafío: si no se puede ser original, se es uno más. Sólo aquello que es original establece una diferencia consistente en el mercado que opera, sea de Real Estate o cualquier otra categoría de producto o servicio.

Por eso, si pensamos en la cantidad de búsquedas que intervienen en el sector del Real Estate, cuando llegamos al tema “marcas”, la búsqueda más importante, la más trascendente y -si me permiten- las más estratégica de todas es, sin duda, la búsqueda de originalidad.

Por supuesto, lo nuevo es distinto y genera resistencias. El hombre siempre tiende a dudar de algo nuevo, pero qué sería del mundo, no ya inmobiliario, sino en general, de no ser por aquellos valientes que toman riesgos y se plantan frente al mundo. De manera original.

Una marca es eso: pura originalidad. Y para alcanzarla, lo que se necesita es pura actitud: detrás de las marcas hay personas que deben tomar decisiones, asumir riesgos y defender esa originalidad que, de por sí, tendrá resistencia. La jugada vale la pena. Acompañada de buen gusto, coherencia y una dosis de magia, la originalidad es siempre un buen negocio.