Por Damián Tabakman
En los 90 los desarrolladores inmobiliarios hacíamos en Argentina, mayoritariamente emprendimientos de vivienda para la clase media gracias a que había hipotecas.
Así nacieron los condominios en los partidos del primer cordón y también las primeras torres con amenities que no eran de lujo. Y surgieron los primeros barrios privados gracias a que se habían hecho las autopistas. En primer lugar se desarrolló Pilar y más tarde Tigre. Mucho más adelantes aparecieron barrios privados en el Sur y en el Oeste de GBA.
Después de la salida de la Convertibilidad empezamos con proyectos de lujo en Puerto Madero que se vendían en el exterior a valores irrisorios. Recuerdo que íbamos con grandes contingentes argentinos a los famosos salones inmobiliarios
68 de Europa y despachábamos mientras ellos estaban en plena burbuja con valores por el cielo. Y muy poco tiempo después vino el boom de los fideicomisos al costo, que reinaron más de una década, a lo largo y a los ancho de nuestro país.
El año próximo, una vez que nos hayamos acostumbrado a la pandemia o que la hayamos combatido exitosamente si la vacuna llegara a funcionar, y ya sumergidos en un ciclo de costos de construcción muy bajos en nuestro país, sin dudas surgirá una nueva modalidad para el desarrollo inmobiliario, que aún desconocemos. En mi opinión tendremos escasez de dólares en Argentina por bastante tiempo, de modo que los costos de obra permanecerán bajos.
Sin embargo cabe preguntarse qué formato tendrá la nueva modalidad de desarrollo. Si estará signada por la suburbanización, que hoy es un revitalizado boom, o por la transformación de activos inmobiliarios que quedaron obsoletos por los nuevos hábitos. De hecho, sitios como el microcentro serán aptos para grandes transformaciones inmobiliarias. Hay que ver qué pasará con las torres de oficinas probablemente en desuso, con los centros comerciales sustituidos por el e-commerce o con las residencias estudiantiles vacantes por el éxito del e-learning.
También cabe interrogarse si viviremos una simple reedición de proyectos premium a ser construidos a un menor costo (lo cual naturalmente será muy rentable), o si nacerán formatos novedosos emergentes de la tecnología, tanto para la operación como para el fondeo de los emprendimientos.
En mi visión, aún asumiendo que la pandemia pasará de algún modo, las huellas que dejará serán tan profundas que nos hacen augurar una nueva realidad para nuestra industria.
Y como los proyectos inmobiliarios son muy inflexibles a los cambios una vez lanzados, hoy hay que estar más atentos que nunca a la hora de tomar decisiones. Vale la pena apurarse a construir mientras esté barato, pero hay que pensar muy bien qué construir.