Ya no es original ni novedoso decir que la pandemia ha acelerado los procesos de cambios que venían desarrollándose globalmente. Una cultura laboral más flexible, la digitalización, una sensibilidad mayor por la sostenibilidad, búsqueda de bienestar y la salud de las personas se plantea como el actual escenario. Esto ha modificado conductas y rutinas en nuestra forma de habitar, de trabajar, de estudiar, de transportarnos, de comprar, de relacionarnos.

Uno de los efectos colaterales de la pandemia, ha sido avivar un clásico debate dentro del urbanismo, sobre el modelo de desarrollo densificado o centralizado vs el modelo descentralizado. Este debate se enfoca en las ventajas que ofrece un modelo sobre el otro: el uso eficiente del suelo, generando desarrollo urbano compacto vs la dispersión territorial.

Aunque son muchos los expertos, que defienden un crecimiento concentrado y en altura por ser un urbanismo más sostenible y eficiente, estamos viendo que la tendencia es aspirar a mejores condiciones de vida en contacto con la naturaleza, lo que estamos llamando fenómeno de suburbanización.

Tenemos la percepción que la ciudad densa, es un lugar particularmente vulnerable a las pandemias (a ésta y a las que pudieran venir en el futuro). La falta de certezas sobre el virus y su posible evolución han afectado nuestro ánimo y comportamiento, hemos desarrollado una cierta fobia a las relaciones sociales.

Sin embargo, la otra cara de la moneda nos dice que no es en la densidad donde está el riesgo, siempre que contemos con espacios públicos, equipamientos y servicios, el riesgo está en el hacinamiento.

Otra de las claves de las ciudades post COVID-19 es la movilidad. La nueva vida urbana requiere de espacios abiertos, amplios, donde la naturaleza esté siempre presente, la calidad del espacio público es fundamental, facilitando que las personas circulen manteniendo las distancias, orientada a peatones y ciclistas, durante la pandemia se han construido más km de bicisendas que nunca.

La planificación urbana ahora tiene nuevas preguntas que responder. Tras el encierro, las características de los inmuebles han pasado a tener nuevas necesidades, hay que repensar la vivienda donde pasamos a estar más tiempo, habitar y necesitar otro tipo de espacios, es interesante reformular también la función de espacios comunes, como las terrazas y medidas de balcones.

La reestructuración de los inmuebles corporativos será otro reto clave de las ciudades post COVID-19, hemos dejado vacías las oficinas para pasar al home office.

Las respuestas a estos desafíos requieren de innovación, creatividad, gestión y compromiso, en

donde los profesionales del sector y la implementación de distintas políticas públicas que pueden acompañar planes de dinamización y revitalización económica de barrios, son la clave para el éxito de las ciudades post pandemia. Comencemos a pedalear para ser parte de esta transformación.